Un proyecto pequeño pero que debiera ser enorme, un proyecto que a través de letras, ilustraciones, arte y voces diversas logra lo que muchos no han podido a través de otros métodos mucho más publicitados: formar seres preciosos, promover la inclusión social, fomentar la paz, desarrollar conciencia sustentable y sobretodo enseñar algo que hoy en día está un poco olvidado que es a vivir en comunidad y en comunión entre todos.
He dedicado muchos años de mi vida a estudiar el concepto de sustentabilidad y a intentar que este logre permear en nuestras actuales ciudades y cuando tengo que dar un ejemplo de un proyecto que es idónea para llevar los por momentos abstractos conceptos de sustentabilidad a la vida cotidiana siempre pienso en Bunko Papalote.
También pienso en Bunko Papalote cuando tengo que hablar de la importancia de la constancia en los proyectos orientados a la búsqueda de ciudades sustentables o cuando tengo que hablar de proyectos culturales que ayudan a erradicar la violencia. Pero sobre todo pienso en Bunko Papalote cuando mis dos hijos pequeños hablan con tanto gusto de los felices momentos que pasaron ahí los primero años de sus vidas.
¡Gracias Bunko! Como dicen acá en Uruguay: ¡Sos grande!
S.L.O.